Y quién es la tal Menegilda os preguntaréis...
Pues es una criada (desde entonces en Madrid e incluso en otras ciudades de España se empezó a llamar "menegildas" a las criadas, abandonando el nombre más clásico de "maritornes", de origen cervantino), nos explica cómo se las ingenió para salir adelante con su escuálido sueldo de sirvienta: sisando. Y aunque acabó el ama echándola de la casa, su carrera ha continuado y no se puede quejar de su actual colocación: "… sirvo a un abuelo, que el pobre está lelo y yo soy el ama …".
Aquí podéis escuchar el tango de la Menegilda, uno de los cuadros más populares de la Zarzuela "La Gran Vía" e ir cantandolo siguiendo la letra, quien tenga un registro más grave, puede hacerlo una octava más baja.
Nº4 Tango (La Menegilda)
Más valiera que se llegase a morir;
porque si es que no sabe por las mañanas brujulear,
aunque mil años viva,
su paradero es el hospital.
Cuando yo vine aquí
lo primero que al pelo aprendí,
fue a fregar, a barrer,
a guisar, a planchar y a coser;
pero viendo que estas cosas
no me hacían prosperar,
consulté con mi conciencia
y al punto me dijo "Aprende a sisar."
"Aprende a sisar, aprende a sisar."
Salí tan mañosa, que al cabo de un año
tenía seis trajes de seda y satén.
A nada que ustedes discurran un poco,
ya saben o al menos,
ya se han figurao
de dónde saldría
para ello el parné.
Yo iba sola por la mañana a comprar
y me daban seis duros para pagar:
y de sesenta reales gastaba treinta,
o un poco más,
y lo que me sobraba me lo guardaba un melitar.
Yo no sé como fue
que un domingo después de comer.
Yo no sé que pasó,
que mi ama a la calle me echó;
pero al darme el señorito
la cartilla y el parné
me decía por lo bajo:
"Te espero en tal parte tomando café."
"Tomando café, tomando café."
Después de este lance serví a un boticario,
serví a una señora que estaba muy mal;
me vine a esa casa y aquí estoy al pelo,
pues sirvo a un abuelo
que el pobre está lelo
y yo soy el ama,
y punto final.
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